La velocidad de la transición a la contratación pública electrónica.

En una entrada reciente  en el blog “filosofitis” de Pisticelli , se hace una reflexión acerca del último libro de Daniel Innerarity “La democracia del conocimiento, por una sociedad  inteligente”, y me han llamado la atención poderosamente dos frases que me han hecho reflexionar sobre cual podría, o debería ser, la velocidad adecuada para alcanzar la transición a la contratación pública electrónica.

Las frases son las siguientes:

·        El problema con la tecnología es que va demasiado rápido.

·        El problema con la política es que va demasiado lenta.

En contratación pública electrónica, la tecnología está madura, es accesible y se puede organizar con un poco de sentido común y siguiendo las buenas prácticas que la propia industria de las tecnologías de la información recomienda. Ese no es el problema. Sin embargo el cambio cultural y la resistencia a veces numantina, a utilizar los medios electrónicos en lugar del formato papel, deja exhaustos a los defensores de este medio como forma (¿única?) de alcanzar todas las innumerables y exigentes expectativas que hay alrededor de la contratación pública.

Sin embargo el avance es lento, muy lento, y las oportunidades se alejan dejando en el ambiente el rumor de ambos problemas: la tecnología va muy rápido y la política va demasiado lenta. Y entre estos dos problemas nos quedamos tratando de averiguar si hay que seguir empujando para que la transición a la contratación pública electrónica sea una realidad o es mejor dejar que las cosas sucedan cuando tengan que suceder, aunque veamos que vamos perdiendo oportunidades de manejar mejor el20 % del PIB que es lo que representa la contratación pública.

Como en muchas otras cuestiones no tengo la respuesta, sólo tengo la intuición de que los que entiendan mejor la sociedad del conocimiento y hagan suyos los valores que la nueva sociedad impulsa y se realicen las trasformaciones necesarias desde las sociedades industriales, esos, probablemente irán por delante y serán capaces de elegir el camino.  Esto de ir por delante,  tiene el inconveniente del esfuerzo inicial, pero tiene la gran ventaja de que los primeros manejan mejor las condiciones del entorno y normalmente las manejan para proteger sus propios intereses.

Es quizás esa intuición la que me deja un tanto perplejo al ver como países de nuestro entorno cercano ya han iniciado la conversión de los principales agentes que intervienen en la contratación pública (administración y empresas) para realizar la transición a la contratación pública electrónica, a la mayor velocidad posible.

 ¿Seguiremos nosotros siendo el país de los frutos tardíos? Eso parece.  Pero algunos seguiremos luchando por romper esa tendencia.

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