En los comentarios de la entrada anterior, Guillermo Yañez, de la comunidad de practicas, expresaba su preocupación por que no se ven, por ningún lado, los presupuestos de donde van a salir las actividades necesarias para realizar la transición óptima al formato electrónico en la contratación pública.
No se trata solo de adquirir sistemas de información que nos permitan utilizar el formato electrónico para la licitación, la publicación y la facturación electrónica. Se trata también de los servicios de capacitación y formación (formal e informal) que los agentes que utilizan este servicio requieren de forma urgente.
Pero sobre todo se trata de preparar una estrategia y unos objetivos que permitan alcanzar la visión de la contratación pública electrónica. Y eso es lo primero que habría que tratar de definir, aclarar y comunicar.
Los costes de la transición.
Una transición optima requiere un presupuesto suficiente, una transición ineficiente puede requerir presupuesto y tiempo infinitos. Si estamos haciendo esta transición entre otras cosas para conseguir un servicio de contratación que sea una palanca de productividad, tanto el coste como el plazo deberían de ser los estrictamente necesarios. No tienen sentido una palanca de productividad ineficiente en su propia construcción.
Pero hay transiciones que pueden ser eternas y por tanto no producir los efectos benéficos identificados.
Una organización privada que tuviera que abordar un problema de similar naturaleza, en un entorno de competencia, establecería como bueno, un coste de inversión que estuviera por debajo del beneficio declarado que se obtendría con la innovación que se trata de poner en marcha.
Los números de la contratación pública electrónica declaran entre el 6 y el 13% de beneficio sobre el presupuesto de compra. Apliquen esos números y prevean un coste del 6% de su presupuesto de contratación durante los próximos 3 años. Todo proyecto de transición que esté por debajo es beneficio neto. Toda transición que por falta de presupuesto o por falta de profesionalidad a la hora de hacer la transición no se realice de forma óptima y no consiga los beneficios es presupuesto desperdiciado, año tras año. Hay que ser sobrios en la inversión, pero hay que entender todas las actividades que se requieren para una transición óptima. Y no todos son el sistema de información (suele representar el coste más pequeño).
Los motores de la transición.
Antes de las directivas, hacer una transición al formato electrónico ha sido un riesgo. Por tanto la velocidad para hacer estos cambios y sus presupuestos asociados, era mínima o sencillamente inexistente. Quietud total.
Paradójicamente, con la nueva directiva y unos plazos de transición ciertos para el 2018, la velocidad va a ser máxima y los presupuestos probablemente tendrán cierto peso.
Hay un tiempo escaso pero se debería de planificar una buena transición. No solo por lo que cuesta mucho hacerlo mal sino por que además, no está la economía para perder una palanca de productividad que puede representar 4 puntos y medio del PIB anual, según las recomendaciones de la Comisión Nacional de los mercados y La competencia.
Pero un motor sin un sistema de dirección y una estrategia para cumplir los objetivos, no solo no es útil sino que puede ser perjudicial.
El motor, la tracción real de la transición al formato electrónico, es la obligatoriedad que se exponen en las directivas, pero esta tracción debe estar dirigida. No vaya a ser que lo hagamos más repetidamente por n entender el problema que nos están demandando. Y recordar que la recomendación es la contratación electrónica de extremo a extremo a que la obligatoriedad solo sea la licitación, la publicación y la facturación.
El primer paso.
Para no perder el norte el primer paso debe ser:
- Identificar el problema de forma inequívoca. El «Job to be done» del sector público en el servicio de contratación.
Y el problema tal y como ha sido definido por la Comisión no es de eficiencia interna, es de eficiencia global para un servicio de retorno en el sentido amplio del termino que mueve el 20 % del PIB europeo. Es un reto con una responsabilidad muy atomizado (3 millones de órganos de contratación en Europa y 23 millones de proveedores), pero con un resultado único: un mercado de contratación pública eficiente.
El reto es generar un mercado único de contratación pública, paneuropeo e interoperable, transparente y meritocrático, con capacidad de fomentar la innovación, la inclusión social, las pymes y el medio ambiente. Para conseguir esto se requiere del formato electrónico y de nuevas capacidades en los agentes que gestionan la contratación.
Mi reflexión.
Otra vez, repito que: urge un plan nacional de transición a la contratación pública electrónica coordinado con la Comisión Europea (y mucha comunicación). Con todos los actores implicados: administraciones en todos sus niveles, proveedores, suministradores, Comisión europea…. Todos tienen algo que hacer y probablemente algo que decir.
Es tiempo de ponerse en marcha, con una visión ambiciosa, objetivos claros, estrategias sobre como alcanzar los objetivos y actividades posibles y con un plazo y presupuesto cierto, que verifiquen las métricas que hemos definido para cumplir con los objetivos.
Me ha encantado este comentario Manuel y creo que solo procede añadir una cosa: ahora mismo con tiempo para planificar es posible diseñar el proceso y ajustar los costes. Según se acaben los plazos y aparezca la sensación de urgencia aumentarán tanto los costes como los errores debidos a falta de planificación. Estos errores a su vez provocarán un aumento de los costes y habrá lugares donde se entrará en un bucle de salida costosa en todos los aspectos. Es necesario hacer una llamada a la responsabilidad de todos los implicados en la transicióno.
Buenos Días Charo.
Gracias por el comentario.
Estoy de acuerdo, las prisas irán en aumento según se vaya acabando el plazo para cumplir con las Directivas. Y con las prisas las soluciones no tendrán el recorrido y la reflexión que, en mi opinión, requiere la transformación que hay que hacer para adecuar el servicio de contratación a lo que la sociedad necesita. Por eso creo que hay que hacer un esfuerzo, cada uno en su parte, para coordinar y entender la transición y todas las dimensiones que conlleva.
Un saludo, Manuel
Voy a copiar un trocito del título preliminar de la nueva (futura) ley que yo creo que es revelador de las intenciones del legislador:
«la decidida apuesta que el nuevo texto legal realiza en favor de la contratación electrónica, estableciéndola como obligatoria en los términos señalados en él, desde su entrada en vigor, anticipándose, por tanto, a los plazos previstos a nivel comunitario.”
No se si cambiará, pero no lo parece. Es necesario que nos pongamos todos las pilas.
Gracias Charo,
El párrafo es revelador. Y no puedo estar más de acuerdo. Pero las dudas que tengo son las siguientes:
– ¿Qué entendemos por ponernos las pilas? Alguien debería de explicarlo y definirlo.
– ¿Toda esta energía producida por las pilas de todos, está dirigida y coordinada?. Por que una cosa es legislar (no dudo que tiene que ser complicado) y otra cosa implantar y usar con eficiencia (que en el caso que nos ocupa, creo que el problema no esta ni de lejos entendido y asumido por todos).
El formato digital requiere personas (muchísimas) que piensen en digital y trabajen en digital y eso no es un problema solo de herramientas y sistemas. Las personas siguen siendo lo más importante, y es ahí donde no veo la coordinación suficiente.
Seguimos.
Un abrazo, Manuel