“El software se come el mundo”, ….”Internet lo cambia todo”, …..”los cambios son muy rápidos y no hay tiempo para adaptarse“…. “Nuestros datos son utilizados de forma intrusiva para conocer nuestros hábitos de compra”…
Solemos encontrarnos últimamente estas frases como algo cotidiano en nuestras vidas. No les damos demasiada importancia (pero deberíamos). Sin embargo, lo que estas frases esconden, sea lo que sea, avanza de forma rápida e inexorable, apenas sin darnos cuenta pero de forma efectiva.
Por otra parte nos aleccionan (yo también) con la trasformación digital. Es el nuevo “mantra”. Todo es electrónico, y hay que adaptarse o … morir. En este blog, se apoya y se trata de realizar la transición al formato electrónico de la contratación pública, pero creo que hay que hacerlo con sentido común: el fin no justifica los medios.
No quiero emitir ahora un mensaje contrario, solo quiero dotarlo de sentido común. Sin las personas que gestionan la contratación pública y su participación genuina, la transición al formato electrónico no tiene sentido.
Dicho esto, que considero un matiz fundamental, quiero seguir predicando lo que tiene de bueno (también hay cosas menos buenas) el formato electrónico. Siempre teniendo en cuenta primero a las personas con actividades centradas en el liderazgo, la comunicación y el acompañamiento en esta transición. Sin dejar a nadie atrás…. A no ser que voluntariamente quieran quedarse atrás. Y esto no es “buenismo”, es estrategia.
Y todos estos cambios ¿cómo afectan a la contratación pública?.
Hoy quiero hablar del big data, o como a través de la analítica de datos se puede predecir muchas de las cosas que, de otra forma, tendríamos que “imaginar” a la hora de tomar decisiones en el ámbito de la contratación pública.
Siempre, y la administración sobre todo, se ha gestionado con datos. A veces los datos tardan en llegar o en estar disponibles y eso hace que algunas decisiones lleven retardo o tengan que ser ajustadas con posterioridad. A veces no tenemos todos los datos que nos gustarían pero, en general, gestionamos con datos.
Sin embargo, cuando hagamos la transición a la contratación pública electrónica de extremo a extremo (tal y como nos recomienda la Comisión Europea) y todo sea digital en la contratación pública, lo que sucederá es que tendremos a nuestra disposición una cantidad mucho mayor de datos, alrededor de muchas más dimensiones, y todos ellos serán más accesibles, y podrán ser utilizados de forma global.
En ese momento podremos aplicar el análisis estadístico a muchas dimensiones de la contratación, que ahora no podemos. En ese momento podremos hacer uso del “big data” en la contratación pública. Os recuerdo, aunque ya lo sabéis, que Obama ganó las dos últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos apoyándose en la analítica de datos y las redes sociales, para tomar las decisiones de su campaña y para recaudar fondos.
Ya no se trata de saber cómo, a quién y cuándo compra la administración. Ahora los datos son sobre todas las dimensiones que nos podamos imaginar o sobre cualquier aspecto que esté presente en las transacciones del proceso de contratación pública. Desde la identificación de la necesidad, el análisis del mercado, la publicación, la licitación, los precios los criterios de adjudicación y selección, la tramitación, la facturación los pedidos. TODO.
Pero (siempre hay un pero), tener los datos no significa tener las respuestas, ni tomar las decisiones mejor. Hay que saber hacer las preguntas adecuadas, e identificar los patrones que responden a esas preguntas en la ingente cantidad de datos que iremos recopilando. Bueno primero tendré que recopilarlos, organizarlos, manejarlos, y dejarlos limpios y preparados para hacer “búsquedas” (minería de datos), y hallar patrones.
Y ¿para qué sirve el “big data” en la contratación pública?.
El análisis de las compras es la herramienta que me permitirá ahorrar más y así sacar el mejor resultado del presupuesto disponible. Mucho más que la concurrencia. El análisis de datos me permite hacer análisis de mercado y conocer los precios y su elasticidad. Me permite conocer los ciclos y la gestión de proveedores, Los tiempos y ciclos de compra y como una adecuada gestión de la demanda, incluso sin necesidad de centralización me permite obtener mejores servicios.
Y todo esto me lleva al diseño y la ejecución de políticas públicas basadas en la contratación pública. Para hacer de la contratación pública una palanca de productividad y competitividad hay que hacerla con formato electrónico interoperable y tomando decisiones en función de los datos en tiempo real que vayamos obteniendo.
Pero ¿que habilidades se requieren para el big data?
No son sólo las de derecho administrativo. Son complementarias. Son matemáticos, estadísticos, informáticos, y profesionales de contratación, que sean capaces de encontrar las respuestas a las preguntas (que hacen gestores y políticos) y que el big data tiene que responder… si puede.
No se tratará de hacer una huida del derecho administrativo sino permitir que el procedimiento que el derecho administrativo marca sea controlado y dirigido por la tecnología en cada procedimiento y apoyar la recopilación de datos para diseñar y ejecutar las políticas que fomentan la sostenibilidad de todo el proceso de contratación y sus políticas.
Todo esto está muy lejos,
Sí, no es inmediato. (Pero ya queda menos, con la obligatoriedad del formato electrónico en la publicidad, la licitación, la notificación y la facturación en la contratación pública).
Hay que visualizar los posibles resultados para entender que el formato electrónico no solo significa transacciones más rápidas, más trasparentes y una mayor concurrencia. También será la capacidad real de analizar en profundidad, en tiempo y en múltiples dimensiones. Qué es lo que Europa hace con el 20 % del PIB, en tiempo real y hacer predicciones basadas en datos sobre qué podría o debería hacer. Para mejorar.
Yo creo que en estos análisis y en el diseño de políticas públicas basadas en datos de compras es donde radica la verdadera fuerza de la contratación pública.
Próximos pasos.
Yo empezaría por estos (con planificación y métricas de resultados):
- Campañas de comunicación y preparación de un liderazgo basado en el ejemplo para conseguir la autonomía y competencia de las personas que gestionan la contratación en el formato electrónico. Primero las personas. (People First).
- Transición al formato electrónico interoperable basado en estándares con cooperación entre todas las instituciones y agentes que intervienen en el servicio de contratación.
- Profesionalización de los gestores de contratación a partir de la capacitación (autonomía y competencia) en el formato electrónico.
- Generar un grupo de personas especialistas en analítica de datos que permitan mejorar las compras mediante agrupación, predicción, ritmos, análisis de precios, y diseño de políticas públicas basadas en la contratación .