Érase una vez….
Cuando la informática estaba confinada en los Centros de Proceso de Datos, era relativamente más fácil implantarla. Probablemente porque era percibida como algo místico y cuyas razones no podían ser cuestionadas por «cualquiera» que no tuviera muchos méritos detrás.
En los últimos 20 años, y seguramente gracias a la expansión de internet y su «revolución» asociada, la tecnología se ha hecho popular. Todos la utilizamos, le hemos perdido el respeto o el miedo, y somos capaces de rechazar como usuarios una aplicación porque el color del fondo de un campo para introducir datos no es … amarillo. Es un caso real.
A pesar de esta perdida de “glamour” y misterio, o a lo mejor debido a ello, la informática es utilizada para fomentar, acelerar, cualquier cambio en nuestras vidas y en nuestras organizaciones, y en la sociedad. Para transformarlo todo. Es la era digital. Los cambios en nuestras vidas, lo podemos decidir nosotros hasta cierto punto, los cambios en nuestras organizaciones, no lo podemos decidir, solo los podemos «padecer». Los cambios en la sociedad nos pasan por encima.
Recordemos que cambiar no es lo mismo que mejorar, y que muchos cambios soportados por la tecnología no suponen una mejora real. De hecho casi todos los cambios habilitados por la tecnología, tienen una resistencia al cambio que casi siempre suele argumentar que lo antiguo era mucho mejor. Vean este video como demostración.
y entonces vimos que necesitábamos mejorar..
En la transición a la contratación publica electrónica, en síntesis, existen en mi opinión dos grandes retos coincidentes y que tienen que ser coordinados a nivel individual, organizativo y global.
Estos dos grandes retos son muy claros y potentes, y además tienen algo que no es fácil entender, son coincidentes. Se nutren el uno del otro. Estos retos en la transición a la contratación pública electrónica son:
- El uso de la tecnología: introducir nuevos formatos y nuevas formas de trabajar, evitando riesgos y coordinando la tecnología con el cambio cultural.
- La gestión del Cambio cultural: comunicar y gestionar el cambio y su resistencia. Conseguir la autonomía y competencia digitales a través de un propósito elevado: transparencia, concurrencia e igualdad de trato
Estos dos grandes retos se producen siempre en tres niveles diferentes y normalmente descoordinados:
- A nivel individual, como persona, el uso de la tecnología me requiere un esfuerzo, que me permita obtener una nueva autonomía y una nueva competencia para poder aportar valor en mi actividad diaria. Este uso una vez incorporado a mi acervo cultural, cambia mi cultura (la forma a la que me enfrento a los problemas y situaciones cotidianos). De forma radical. Pero no puedo pedir a nadie que me deje volver a la escuela, tengo que adquirir la autonomía y competencia con mi propio esfuerzo personal. No todo lo que sé me lo enseñan. La mayoría hemos aprendido a usar el móvil sin entrenamiento formal.
- A nivel organizativo, requiere involucrar individualmente con estas nuevas autonomía y competencia a las personas que intervienen en el proceso, y tener el respaldo y el apoyo de la autoridad para hacerlo. Una vez incorporado a la cultura organizativa todos estos cambios, la cultura es otra y ya no es fácil volver al formato anterior. Aqui si necesito más aprendizaje, mas coordinación, más comunidades de práctica, más apoyos mutuos…
- A nivel global, como sociedad, quizás sea el nivel más difícil de entender, porque el servicio de contratación publica requiere que todo el mercado (administración y proveedores) sea capaz de generar una transición hacia sistemas interoperables basados en estándares y esto requiere una coordinación superior. Esto es la jungla si una organización o individuo no sabe competir, o no ha aprendido…. se siente. Si una sociedad no sabe competir……
Pero sin un propósito claro, comunicado y compartido…. es imposible.
En los tres niveles, se requiere una motivación para producir el cambio cultural a través del uso de la tecnología. La motivación, como hemos dicho en alguna otra ocasión, tiene tres elementos clave: autonomía, competencia y propósito. La autonomía y la competencia es algo tangible. La autonomía la siento, y la veo. La competencia es el conocimiento explicito (saber y saber hacer) puesto al servicio del individuo, la organización o el mercado global.
Pero el propósito, ya no es tan fácil de convertirlo en algo tangible. Y si falta el propósito falta la motivación. Esta coja. Y entonces vemos a los individuos, desconfiar de la tecnología, a las organizaciones utilizar su poder para que no se produzcan los cambios y a la globalidad, la sociedad, viendo como el caos impera entre lo nuevo que no acaba de nacer y lo viejo que no acaba de morir. Un desastre.
Y sin embargo el propósito existe y está muy claro en los dos grandes retos (el uso de la tecnología y la gestión del cambio cultural), y en cada uno de los tres niveles que hemos expuesto (individual, organizativo y global). El propósito esta definido claramente en la ley de contratos del sector público (perdón en el Texto Refundido de la ley de contratos del sector público), y no es otro que la transparencia, la igualdad de trato, la concurrencia, la proporcionalidad, la subsidiariedad… para manejar el 20 % del PIB de cualquier sociedad moderna. Todas estas metas o valores en la contratación pública, solo pueden alcanzarse en formato electrónico en las sociedades modernas. ¿Verdad?.
Pero el cambio cultural y el uso de la tecnología (fíjense que antepongo la palabra «uso» antes de tecnología, porque la tecnología que no se usa, no sirve para nada, solo es un gasto inútil) tienen que ser coordinados y organizados de tal forma que no se anulen el uno al otro. Una tecnología transformadora sin propósito es una pérdida de tiempo y recursos y un cambio cultural sin una tecnología adecuada y coordinada en todos los niveles es una resistencia numantina a un sinsentido, un viaje al vacio.
Cuando proponemos la transición al formato electrónico de la contratación pública tenemos que ser conscientes de que esta coordinación entre el uso de la tecnología y el cambio cultural es una actividad que debe desarrollarse en todos los niveles expuestos: individual, organizativo y global.
Moraleja.
No os olvidéis de definir, comunicar y compartir el propósito (de forma insistente), cuando en la transición a la contratación pública electrónica os enfrentéis al reto de cambiar la cultura a través del uso de la tecnología en las personas, las organizaciones y la sociedad.