En los próximos años tendremos alrededor de la contratación pública dos movimientos sucesivos que generarán cambios no previstos en la forma y el sentido con los que gestionamos hoy en día este servicio. Es decir, habrá que estar atento a los efectos que emerjan a partir de las decisiones que tomemos y los cambios que hagamos.
Los dos movimientos en los que creo que hay que poner la atención (es el paso previo a poner la energía) son:
- La transición al formato electrónico de extremo a extremo del servicio de contratación pública.
- La transformación del servicio de contratación desde su naturaleza esencial actual centrada en el derecho administrativo, hacía una nueva esencia como palanca de productividad, competitividad y re-equilibrio social. Este movimiento será posible a través de lo que venimos denominando en el blog la profesionalización del servicio de contratación.
La transición
El primer movimiento es un movimiento obligatorio, al menos parcialmente. Se trata de la transición al formato electrónico en todas o en algunas de las fases del servicio de contratación.
Impulsado por las nuevas directivas de contratación y con la tracción que produce la obligatoriedad en algunas de las fases (sobre todo y principalmente las que tienen que ver con la relación con el mercado, los proveedores), este movimiento no está ni mucho menos exento de riesgo. De hecho hay informes del Gobierno Federal de los Estados Unidos que avisan de que no es nada fácil. (Aquí podéis pedir el informe completo)
Algunos organismos del sector público ( probablemente los que tienen una mayor exposición al riesgo – poderes adjudicadores no administraciones públicas: PANAP), harán la transición de forma completa y rápida, porque tienen una cuenta de resultados muy clara y definida, de la que dependen.
Para los que vayan a realizar sólo la transición obligatoria, será conveniente preparar una hoja de ruta más o menos genérica, que permita al organismo tener una visión compartida del viaje de la transición por parte de todos los afectados. Esta hoja de ruta deberá ser adaptada a la idiosincrasia de cada organismo. No valdrá todo para todos.
Habrá organizaciones que puedan hacerlo de forma consensuada e involucrando a todos los principales actores, con grupos multidisciplinares y sin embargo otras organizaciones, probablemente las más grandes y con una cultura más ¿impersonal?, tendrán que hacer la transición de forma obligada, por imposición.
En cualquier caso, y en todos los casos, esta transición (la obligatoria) tiene plazos, tiene requisitos, y tiene responsables…. Hacerla de forma óptima y razonable no será fácil, pero yo creo que es posible.
La transformación.
Después de hacer la transición al formato electrónico de extremo a extremo, no solo la obligatoria, algunos organismos querrán hacer la transformación del servicio público de contratación. Esta transformación es el cambio que convierte a la contratación pública en un elemento clave en la dinamización y sostenibilidad de la economía de un determinado territorio. Es una transformación que requiere lo que hemos venido en llamar la profesionalización del servicio público de contratación.
Los organismos públicos que hagan la transformación, en teoría, verán como sus territorios son capaces de generar mayor innovación y son mucho más productivos a través de la transparencia real, el open data, la concurrencia, y la igualdad de trato. Serán capaces de producir innovación, inclusión social, trabajar el medio ambiente, y generar crecimiento en sus PYMES, haciéndolas crecer.
Todas estas mejoras no se producen solas, se producen cuando ponemos a trabajar el servicio de contratación pública (de todo el sector público) bajo el paraguas del interés general del territorio, los ciudadanos y sus empresas.
Esta transformación estará basada en el formato electrónico, y en mi opinión no puede iniciarse sin hacer previamente la transición a este formato que deberá ser de extremo a extremo (no solo lo que marca como obligatorio las nuevas directivas). Una vez, o a la vez que se realiza la transición, hay que empezar a pensar en la profesionalización del servicio de contratación.
La profesionalización
La profesionalización, como yo la entiendo, es la capacitación de las personas que gestionan la contratación a través de las herramientas de gestión modernas para fomentar el mérito, la innovación, la inclusión social, la defensa del medio ambiente, la sostenibilidad y el crecimiento sostenible de las pequeñas y medianas empresas (que se puedan hacer grandes las que mejor lo hagan para competir fuera del territorio).
Esta profesionalización debe apoyarse en dos áreas de gestión básicas y coordinadas:
- La micro contratación: el proceso de contratación de cada contrato, con microgestión basada en coordinación de agentes, automatización de trámites, expedientes electrónicos, y herramientas de ayuda y cooperación administrativa y soporte a la decisión y a los proveedores. En este apartado se debería dar mayor soporte y participación a los promotores del contrato, como conectores con el mercado específico en aquellas compras que puedan aportar valor o innovación a la organización.
- La macro contratación: la gestión de todo el proceso de contratación desde el punto de vista del diseño, ejecución y mejora de políticas públicas, Gestión dep proveedores, diseño de políticas colaterales (innovación, inclusión social, medio ambiente, ayuda a las pymes…). En esta área se debe dar soporte al aparato político que en cada momento dirija el organismos, dotándole de información y conocimiento que les permita materializar sus políticas de la mejor forma posible.
Alrededor del concepto de profesionalización del servicio de contratación pública, se van a mover nuevas actividades (emergentes) que solo serán posibles con la liberación de recursos y la visión que va a producir la transición al formato electrónico de extremo a extremo.
Mi reflexión.
Las sociedades modernas, están en ese camino. No todas las administraciones harán lo mismo, no todos los territorios serán capaces de generar «clusters» de especialización y productividad que les permita ofrecer a sus contribuyentes un incremento de los “talentos” que aportan vía impuestos.
Es tiempo de identificar claramente que queremos ser. Tal y como nos dice el curso de U.Lab y el libro de “liderando desde el futuro emergente” del MIT, hay que observar, y definir con mente, corazón e intención abiertas, lo que queremos ser. El punto de inflexión es ahora.
Suerte a todos los que emprendáis la transición y la transformación del servicio de contratación pública.