La interoperabilidad en contratación pública ni está ni se la espera.
No detecto que la interoperabilidad sea algo que está siendo demandado por los órganos de contratación cuando se publican anuncios para realizar la transición a la contratación pública electrónica.
No he percibido tampoco un gran conocimiento o preocupación notable alrededor de los trabajos de normalización del CEN BII, ni sobre el proyecto de materialización en algo tangible de los estándares en contratación electrónica del proyecto OpenPeppol.
Cuando voy a charlas en España, y menos, en Europa, no suelen estar llenas de personas interesadas por estos asuntos, de hecho se cancelan seminarios alrededor de la contratación pública y muchos de estos seminarios ni siquiera mencionan la interoperabilidad ni el formato electrónico.
El Esquema Nacional de Interoperabilidad no trata de forma explícita la interoperabilidad (vertical?) en los sistemas de contratación pública electrónica.
Pero, entonces ¿es necesaria la interoperabilidad en la contratación?
Sin interoperabilidad no hay mercado ni competencia posible, y por tanto no hay mejora.
No hay muchos proveedores de soluciones (públicas o privadas) que aludan a que sus sistemas son interoperables, o están en vías de serlo. No hay mucha demanda de interoperabilidad en los concursos. Pero, en mi opinión, si no se trabaja la interoperabilidad ninguno de los objetivos de la contratación pública será posible:
- Construir un mercado único de contratación pública paneuropea. Este mercado solo puede construirse en formato electrónico y sin la interoperabilidad necesaria el formato electrónico no ofrece productividad, trasparencia, ni prácticamente ningún beneficio en este ámbito.
- Mejorar la eficacia y la eficiencia de los recursos materiales (presupuesto, tiempo, gestión…) y de los profesionales (rigor, calidad, resultados) que se dedican en el servicio de contratación. Si el formato electrónico imprescindible carece de interoperabilidad, los profesionales de este servicio estarán continuamente dedicando su tiempo y esfuerzo a convertir formatos, o a trabajar en mercados reducidos y sin competencia. (Si no existiera , por ejemplo, el formato PDF/A, o el formato ODF –estándar- accesible y legible por todos los sistemas de información, ¿Cómo se podrían publicar los pliegos de prescripciones técnicas?, Si no existiera internet – paradigma de interoperabilidad- ¿Cómo podríamos estar haciendo la trasformación a la economía del conocimiento?). Interoperabilidad a través de estándares. No hay otra opción. En contratación pública electrónica también.
Pero además, me gustaría resaltar otros aspectos:
- Sin interoperabilidad no hay competencia entre los distintos proveedores de soluciones o sistemas de información de contratación pública (sean estos públicos o privados) y sin competencia no hay evolución ni mejora posible en estos sistemas. Y estos sistemas necesitan mejorar rápido y sobre todo barato. Para los proveedores de soluciones o productos de contratación pública la interoperabilidad deberían de ser como los impuestos, a nadie le gusta pagarlos, pero todos quieren los beneficios que los impuestos nos dan, en este caso un mercado muy grande.
- Sin interoperabilidad los proveedores no tienen un mercado único, tienen mercados segmentados tecnológicamente, que solo serán accesibles para aquellos proveedores muy grandes que puedan emplear recursos en entender múltiples sistemas de contratación, o muy locales, que estarán condenadas a seguir siendo locales ante la imposibilidad de acceso a otros mercados.
- La interoperabilidad es importante en todas las fases de la contratación, y más ahora que la directiva de contratación también se centra en la fase de ejecución. Pero es absolutamente imprescindible en la fase de relación con el mercado: publicación, licitación, contratación, facturación.
¿Quién debería exigir la interoperabilidad?
Los ciudadanos. Estamos hablando de un servicio que gestiona el 20 % del PIB europeo. El sector público se gasta el dinero de los impuestos en condiciones claramente mejorables, o al menos, con un amplio margen de mejora.(He oído en una charla reciente –es un dato que no he podido verificar aún- que se calcula que la corrupción introduce un 10 % de sobreprecio en la contratación pública y la gestión de administración y empresas otro 10 % adicional, este último no se contabiliza como volumen de contratación porque son gastos de gestión). Pero los ciudadanos no saben de esto, o no son conscientes, y por tanto los que deberían exigir la interoperabilidad son los representantes de los ciudadanos. Lo contrario de la interoperabilidad es el clientelismo, la falta de trasparencia y competencia, y las fronteras.
La Comisión Europea, los Estados Miembros, y toda la escala de autoridades que les siguen, deberían exigir la interoperabilidad en la contratación pública de la misma forma que exigen el pago impuestos. Con una certificación de todos los sistemas que se implementan en contratación pública electrónica en toda Europa.
Los operadores económicos, grandes y pequeños, deberían exigir interoperabilidad en los sistemas que les habilitan para tener acceso a la contratación pública electrónica, y deberían hacerlo con el mismo énfasis que atención aplican a pagar impuestos. Si basan su ventaja competitiva en el subsidio en forma de ausencia de interoperabilidad (falta de competencia) tienen los días contados (ellos y el territorio donde realizan su actividad). No es sostenible.
Mi reflexión final.
Si vamos a realizar la trasformación digital de la administración pública, tratemos de hacerlo lo mejor que sepamos. Y en cualquier caso, teniendo siempre presente el aprendizaje, la práctica continua, y la participación. Sin complacencias.
Las nuevas directivas de contratación pública han generado un mercado muy grande de soluciones (productos y servicios) de tecnología de la información para realizar la contratación en formato electrónico. Es un mercado que solo será útil si es abierto y se eliminan las incertidumbres:
- Abierto a través de estándares que certifiquen la interoperabilidad de la soluciones. La interoperabilidad no puede ser un “nice to have” tiene que ser obligatoria y la Comisión Europea tiene que imponer estándares (CEN BII y OpenPeppol) que deben ser cumplidos por todo el software(público y privado) en todos los miembros. Cuanto más se tarde en tomar esta decisión mayores serán las pérdidas y más tarde se alcanzará el objetivo del mercado único.
- Si las administraciones deciden hacer software tienen que avisar al sector cómo y dónde se va a utilizar este software. No es “de recibo” que a las empresas de software se les obligue a pagar impuestos que sirvan para una competencia desleal (realizar software con presupuesto público infinito y hacer su uso obligatorio sin competencia). Si cualquier administración decide desarrollar software, perfecto, pero con las reglas claras y en régimen de competencia. Y si el software público va a ser de obligado uso, indíquenlo cuanto antes para que las empresas privadas no incurran en inversiones que serán pérdidas. La trasparencia también es esto. Hay que evitar que el estado vaya contra el mercado, y si no es posible, por razones de interés público, es cuestión de reunir al sector y explicárselo. Pero hay que avisar al mercado para que no haga inversiones fallidas desde su inicio. Hay mucho que hacer en tecnologías de la información para desperdiciar recursos tecnológicos, con independencia de la titularidad de estos recursos.
- Las empresas de los estados miembros o territorios donde sea obligatorio la utilización de un software (público o privado), no deberían poder ir a otro territorio a vender sus soluciones, por la falta de reciprocidad. Esto no sé muy bien cómo se puede articular en el derecho europeo, pero no parece muy justo, a priori, que las empresas tengan que soportar competencia de otras empresas en cuyos estados o territorios no se puede competir.
En mi opinión, estos puntos eliminan la competencia y la agilidad a la hora de ofrecer soluciones rápidas y baratas en forma de productos y servicios a los órganos contratantes y a los operadores económicos. Si la propia adopción de la contratación pública electrónica, es de por sí difícil y complicada, y además no tenemos unas reglas de juego claras, esta trasformación se vuelve casi imposible.
Como siempre, en los comentarios se puede argumentar contra estas opiniones, y así podemos ir perfeccionando entre todos la visión, para pasar a la acción con mayor fuerza y convicción.