En conseguir el propósito que este servicio defina, a través de las opciones, ahora mayormente desconocidas, que nos va a permitir el nuevo entorno digital (dentro y fuera del servicio).
Si empezamos por el final la transformación digital de la contratación pública consiste en gestionar el servicio de contratación pública en base a datos (digital). Y eso lo cambia todo, como la electricidad o el automóvil cambió la sociedad del siglo XX. Y no solo cambia la gestión también permite pensar en nuevos propósitos. Las herramientas nunca son neutrales. Esa es la clave.
La transformación digital, pues, consiste en definir y, en su caso generar, nuevos propósitos a partir de las nuevas (¿y desconocidas?) opciones que nos proporciona el entorno digital.
Surgen muchas preguntas
¿Somos conscientes de todas las nueva opciones que nos ofrece el entorno digital para identificar los nuevos propósitos?. Yo creo que no. No somos conscientes de todas esas opciones. Algunas se pueden intuir, pero otras emergerán según vayamos avanzando.
¿Hay efectos colaterales no deseados?. Seguro. Y una función importante en la transformación digital será gestionar los efectos colaterales no deseados.
Es generalizado
Todos los sectores de la economía y de la sociedad y todas las formas de relación (incluso la guerra) están sufriendo una evolución-revolución con distintas velocidades por el efecto de la creciente digitalización de todo.
No todos los sectores cambian a la misma velocidad pero todos sienten la presión del cambio. Y generan las consiguientes resistencias. Estas resistencias generan controversias. Diferencias de opiniones. No todas las personas que integran la sociedad abrazan la tecnología digital como algo beneficioso.
No olvidemos que la tecnología es una herramienta, y su valor consiste en el uso que seamos capaces de definir y de proporcionar a través de ella.
Y en esto consiste, en mi opinión, la transformación digital de la contratación pública: en saber identificar, definir, probar e implementar, los mejores usos posibles del servicio de contratación pública que podemos definir como “la adquisición de bienes y servicios por parte del sector público para proporcionar los servicios demandados y soportados por la sociedad” de una forma óptima”.
Lo único que cambia, lo único relativo de la sentencia anterior, es el adjetivo óptimo. El adjetivo óptimo está en relación al entorno en el que se desarrolla el servicio. Y este entorno empieza a ser y continuará siendo, mayoritariamente digital….
Mis reflexiones en formato lista.
- La transformación digital, es importante por ser transformación no por ser digital.
- Las transformaciones tienen que ser lideradas por un colectivo que sean capaces de maximizar la energía de las personas relacionadas con el servicio de contratación y ofrecer una visión clara del valor que puede generarse con la transformación, a la vez que minimizan el temor de las personas y los riesgos del cambio.
- Lo digital es un adjetivo que ahora es importante porque representa opciones desconocidas, pero una vez alcanzado el estado, lo digital será la nueva norma y por tanto perderá el halo mágico que tiene actualmente.
- No podemos olvidar que hay una secuencia de pasos previos para ser capaces de hacer esta transformación:
- Las Transición al formato electrónico con sistemas de información.
- El diseño de una implantación específica en cada organismo y centrada en las personas.
- La capacitación de las personas para entender y generar la transformación, con un grado alto de incertidumbre y emergencia (en el sentido de que emerge, no que es urgente)
- Y añadiría el comentario o la recomendación de que un cambio siempre requiere de “propietarios”, y los propietarios no serán ni la ley, ni los proveedores, ni los políticos, serán las personas que gestionan, mantienen y usan el servicio de contratación.
- La velocidad de los cambios es importante, pero no tanto como para hacernos olvidar el rigor. Por eso es necesario empezar cuanto antes y contar con el apoyo de muchos agentes.