Implantación «ágil» de la contratación pública electrónica

Cuando establezco un dialogo positivo y sincero con las personas que se responsabilizan de poner en marcha las iniciativas de trasformación a la contratación pública electrónica, tengo la sensación de que no siempre tenemos la misma visión del problema, y esto  hace que las soluciones no sean compartidas. Esta situación me apunta a que estoy en un ámbito complejo y que las decisiones y modos de actuar deberían tener en cuenta dicho ámbito.

En mi opinión, la contratación pública es un procedimiento complejo, realizado por agentes jerárquicamente independientes (por ejemplo un órgano de contratación y un interventor) que comprometen a comprador (administración) y proveedor (empresas) de forma libre, pero en desequilibrio (las partes no son iguales por el principio del bien general en la contratación pública).

Realizar la trasformación al formato electrónico de este servicio, en su ciclo completo, no requiere sólo una aproximación tecnológica. Ya hemos comentado que la tecnología es el elemento habilitador pero no el único elemento.  Las personas, los procedimientos y las estructuras organizativas son piezas fundamentales en esta transformación, e ignorarlas suele conducir al fracaso en estos proyectos (inversión sin beneficios).

Pero el hecho de que la trasformación sea difícil no la hace menos apetecible porque lo que sí parece que se cumple, es el efecto positivo directo de los beneficios en las administraciones (presupuesto, eficacia y eficiencia) y el beneficio, que algunos pueden pensar que es colateral pero que para mí también es un beneficio directo,  lo representa el hecho de que las empresas “aprenden” a relacionarse en formato electrónico con las administraciones (deberían de ser todas, y pueden ampliar sus mercados y ser más competitivos y productivos).

La implantación de la contratación pública electrónica no puede ser vista únicamente como algo monolítico y planificable. Se puede planificar y hay que hacer planificación pero deben hacerse planificaciones cortas, rápidas y seguras, que nos permitan aprender a través del uso. Me explico. Si aprendemos a licitar un contrato menor en formato electrónico, estamos utilizando sistemas de información sin introducir excesivas complejidades inicialmente que nos pueden paralizar (rechazo a lo desconocido y miedo al fracaso en algo muy importante). Y por el contrario aprendemos a utilizar el formato electrónico para que cuando tengamos que hacer un procedimiento de contratación abierto, por ejemplo,  el formato electrónico no cause ningún problema de adaptación. Ya sabremos utilizar este formato electrónico.

Otro elemento importante en la implantación ágil de la contratación pública electrónica es que antes de realizar una “reingeniería del procedimientos de contratación” que con casi total seguridad será necesaria, el hecho de conocer el formato electrónico y sus características nos ahorrará una reingeniería de procedimiento en papel pasadas al formato electrónico,  con el desajuste y errores que ello conlleva.

Pero lo más importante es que las personas  y las estructuras (están formadas por personas) podrán asimilar la tecnología sin traumas y entendiendo los cambios que vienen y que hay que adoptar. Este punto nos permitirá ir adecuando los próximos pasos sin la rigidez de una planificación que cuando empieza a complicarse y se ve como imposible y carente de sentido y enseguida se asume el fracaso.

Creo que lo importante para la trasformación es fomentar el uso rápido y seguro del formato electrónico, allí donde se pueda realizar. Nadie echa gasolina a un coche que no va a usar. Ninguna administración gastará (a no ser que la obliguen) en la trasformación al formato electrónico de la contratación pública si no utiliza este formato y comprueba sus beneficios. Y añadiría que con un esfuerzo razonable.

Por estas razones considero que las implantación de la contratación pública electrónica tienen que seguir las metodologías “ágiles” que tan buen resultado dan en la resolución de los problemas complejos. Porque la implantación de la contratación pública electrónica es un problema complejo. En cualquier organización.

Si podéis echad un vistazo a los trabajos y seminarios de Dave Snowden sobre la complejidad  y pensad si  la trasformación a la contratación pública electrónica entra dentro de los sistemas complejos, es más bien un sistema complicado, o incluso un sistema simple. Este video del propio Dave Snowden os puede ayudar a tratar de entender el tipo de sistema que representa la trasformación a la contratación pública electrónica (¡cuidado¡  no la contratación pública en sí). Porque si estamos ante un sistema complejo (el de la trasformación a la contratación pública electrónica) entonces hay que determinar la forma de actuar y la manera en la que tomamos las decisiones. Y si es así,  tal y como comenta Mario Lopez de Avila :  Agile es [debería ser] la opción por defecto para el ‘manejo’ en el ámbito de lo Complejo.

¿Vosotros creéis que la trasformación a la contratación pública está en el ámbito de los sistemas (personas, contexto y herramientas) complejos? ¿O solo necesitamos que los expertos nos guíen un poco (ámbito de los sistemas complicados) y lo demás se puede hacer por imposición?.

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