La contratación pública en la nueva sociedad.

La prospectiva es un deporte de riesgo.

No podemos predecir el futuro. Nadie puede. Podemos entender las distintas tecnologías y tendencias sociales que lo habilitarán, pero no somos capaces de predecir el comportamiento de las personas que habitarán el futuro. Ni siquiera nuestro comportamiento. Y es el comportamiento de las personas las que conforman el futuro. La innovación no consiste en utilizar el invento técnicamente o socialmente superior, sino utilizar el que es adoptado mayoritariamente.

Pero si podemos entender y conocer las tecnologías y las tendencias más relevantes porque algunas de ellas serán las que sean adoptadas mayoritariamente.  Y prepararnos para utilizar estas tecnologías y asumir esas tendencias.

“En 1980 McKinsey predijo que en el año 2000 habría 900.000 teléfonos móviles. Y sin embargo en el año 2000 había casi 1.000 millones de teléfonos móviles.”

“En el 2007 Apple saco al mercado su Iphone -smartphone- y muchos le predijeron el desastre. Hoy en día nacen 350.000 niños cada año y se compran 400.000 iphone. Apple no predice el futuro, lo crea.”

La nueva sociedad.

Otto Scharmer en su libro “liderar desde el futuro emergente: de los egosistemas a los ecosistemas económicos”, nos habla de cómo: “Nosotros, todos nosotros creamos colectivamente resultados que nadie quiere porque los  decisiones se desconectan cada vez más de las personas afectadas por sus decisiones. Como consecuencia de ello, estamos ensanchando los límites del liderazgo – es decir, los límites de la dirección tradicional de arriba hacia abajo que funciona a través de los mecanismos institucionales en silos “.  

Y cuando nos describe las tres brechas actuales: la ecológica, la social y la espiritual, cada una de ellas con sus insufribles burbujas, a lo mejor deberíamos pensar si los resultados que está proporcionando el servicio de contratación al progreso social es el mejor resultado posible. Y si los decisores sobre este servicio lo estamos haciendo bien o no.

La nueva economía

Por su parte Jean Tirole en su libro “la economía del bien común”, nos habla del agotamiento de los sistemas económicos actuales, y habla de la economía del bien común, con la protección al trabajador, en vez de al trabajo y con la utilización de la economía digital como algo que debe favorecer al trabajador. Y no al revés.

Esta nueva economía se basa en los datos como el nuevo recurso más valioso. Los datos son la nueva energía. Tal y como nos recuerda Irving Wladawsky-Berger en su entrada La emergente economía de datos  sobre la revista The Economist en  su edición del 6 de mayo, que hace referencia a los datos en su portada como el recurso más valioso del mundo. Su artículo principal, – los datos están dando lugar a una nueva economía , – lo llaman el combustible del futuro .   “Los datos son a este siglo lo que el petróleo fue al siglo anterior.

También nos avisa, si leéis hasta el final de la entrada, de que esta economía emergente basada en los datos va a generar un escenario distinto para el que probablemente no estemos preparados.  Y hay que prepararse.

La nueva participación.

Hablando sobre la importancia de la innovación para la preparación del próximo foro Drucker 2017, su presidente Richard Straub y Julia Kirby, nos habla de que el trabajo con sentido no debería ser un privilegio de la élite. O lo que es lo mismo, cada agente que interviene en el proceso de contratación y cada adjudicatario pueden hacer que el proceso mejore con su aportación a la innovación.

Y apuntan como argumento para conseguir la prosperidad inclusiva la idea de que “La prosperidad en una sociedad es la acumulación de soluciones a los problemas humanos .”  Y eso es lo que hace la contratación pública: adquirir bienes y servicios para solucionar problemas sociales en los que el sector privado no puede o no quiere intervenir.

Remata la argumentación con la sentencia: “las empresas tienen una variedad de responsabilidades sociales, pero la esencial, única y la principal razón por la que la empresa privada se da licencia para operar, es innovar.”

Si la innovación es el motor de la empresa privada y sí la innovación puede ser propiciada y auspiciada de forma coherente por los agentes que gestionan la contratación pública, esta innovación en la contratación pública debe cooperar para dotar a todos los intervinientes de propósito y dignidad en la alegría de avanzar en la participación de esta economía del bien común.

La nueva contratación.

Por tanto, todo apunta a que la contratación pública debería estar centrada en los datos,  no en los datos nominativos sino en los flujos de datos, que aportan el combustible al progreso social. Con un aprovechamiento de estos datos a través de la inteligencia artificial (patrones) y del big data.  También debería ser inclusiva y participativa.

De esta forma la contratación debería contribuir de forma directa a la economía del bien común. Y aportar la capacidad de innovación que requiere nuestro tejido productivo desde la co-creación con los agentes que utilizan y gestionan los bienes y servicios que se adquieren a través de este servicio.

Reflexión inicial pendiente de reposar

Gestionar y Liderar no es lo mismo. Tal y como nos comenta John Kotter : Lo que de verdad hacen los líderes, la gestión trata de solucionar lo complicado y el liderazgo trata de afrontar el  cambio para mejorar. Pero en la contratación pública tenemos mucho de los dos componentes: complicación y cambio. Hasta el punto que estamos en un contexto de complejidad donde las soluciones no son obvias, ni pueden estar en una única mente. Se requiere la participación de muchos.

Me da la sensación de que tenemos mucho que hacer (gestión) pero no hay una visión clara que nos aporte la dirección y el sentido de nuestro trabajo (liderazgo). El de todos. Creo. Y eso nos tiene parados, y nos impide cambiar el resultado que estamos obteniendo aún del servicio de contratación pública.

Hay muchas opciones, pero nos cuesta generar una visión clara con todas las opciones organizadas para mejorar la contratación pública.

Por su volumen y por la capacidad de regenerar el tejido productivo a favor del progreso social, creo que la contratación pública es la herramienta más fabulosa que tenemos. Si no la única.  Pero requiere un cambio tecnológico (digitalización) y un cambio cultural (transformación digital).

Todo apunta a que un servicio de contratación gestionado y liderado de forma óptima, puede ser una herramienta clave para el desarrollo social, para la co-creación de la que habla Otto Scharmer, y para la economía del bien común de Jean Tirole.

Pero no debe ser fácil….

 

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