Ayer, 15 de enero de 2014 se aprobó en Estrasburgo la nueva directiva de Compras Públicas.
Se aprueba la nueva directiva de compras en Europa.
Después de bastante tiempo y dinero (¿perdidos?) y bastantes fracasos acumulados en la transición al formato electrónico de la contratación pública, la nueva directiva va a imponer la obligatoriedad del formato electrónico, solo en algunas partes del proceso de contratación (ni siquiera en su totalidad: demasiado poco, demasiado lento, demasiado tarde). Fundamentalmente en la parte de relación electrónica entre el sector público y el mercado (publicación, oferta, contrato, pedido, factura, pago).
Qué tenemos por delante.
- Una transposición: hay que trasponer la directiva al ordenamiento jurídico español. Simplificando y coordinando los aspectos jurídicos con los aspectos técnicos y organizativos. Deberíamos pensar para esta tarea en clave de Innovación, abarcando todas las dimensiones que hay en el espacio del problema: jurídica, técnica, organizativa, económica, de productividad, de competitividad, y sin olvidar el espíritu de la ley claro: transparencia, concurrencia, igualdad de trato. Ni olvidar el objetivo que se persigue: mercado único de contratación pública electrónica panueropea, interoperable y asequible..
- Una transición: hay que coordinar los esfuerzos de todos para conseguir una transición óptima en un plazo determinado (obligatorio). Coordinación, formación, capacitación, soporte ….Para hacer de forma óptima esta transición hay que prepararla (las instituciones: Comisión Europea, Gobiernos, Autonomías…) y prepararse (a nivel personal y a nivel organizativo: administraciones y empresas).
Sobre la transposición
La última que se hizo en España duro 28 meses (2004 al 2007) en lugar de los 24 meses de plazo máximo (hubo países que hicieron la trasposición en 3 meses), y produjo más de 300 artículos en la ley española y un reglamento parcial con otro montón de articulado, a partir de una directiva que tenía solo alrededor de 100 artículos (profusión jurídica que enmaraña y dificulta la transición por falta de interoperabilidad jurídica). Se montó un galimatías con la factura electrónica, con la firma electrónica, y con la ausencia de coordinación casi total entre las leyes de contratos del sector público y de administración electrónica (ley 30 y 11 de 2007 respectivamente). Ausencia de coordinación total de la parte legal con la parte de tecnología de la información.
¿En esta transposición lo vamos a hacer mejor? No lo sé. No hay mucha comunicación. La administración española sigue ausente en aspectos de coordinación y cooperación con los factores de producción: funcionarios, empresas, proveedores de productos y servicios ….En mi opinión y en estos temas, sigue haciendo la guerra por su cuenta. Aunque a veces da la impresión de que algo va cambiando. Creo. Ojala!.
Sobre la transición.
Una transición global y coordinada con Europa que de momento adolece de coordinación de los agentes que intervienen. No hay ninguna institución o autoridad a nivel nacional, que coordine todos los esfuerzos necesarios. En un entorno tan complejo eso significa que la tendencia al cáos será la norma. Y se necesita mucha coordinación y autoridad basada en conocimiento y experiencias para llevar a cabo la transición a nivel global: el mercado único con la coordinación nacional necesaria.
Una transición individual de cada organización. No va a ser fácil por falta de coordinación y formación adecuada. En la parte de cada organización el reto es la formación individual y la conciencia en todos los niveles: directivo, administrativo y tejido empresarial que esto es algo fundamental para todos: la sociedad, la administración, las empresas y los ciudadanos. Si no somos capaces de comunicar este espíritu, la transición no será posible.
Una transición colectiva basada en la interoperabilidad. No he visto aún, ninguna formación sobre CEN BII y los estándares que permiten la interoperabilidad, ni sobre la red pública PEPPOL para implementar dichos estándares y conectar todas las administraciones españolas a una red que permita el mercado único.
Existen muchos riesgos que se pueden materializar y que vienen auspiciados por la propia tecnología y la ausencia de gobierno de esta tecnología y los intereses de los poderosos defendidos por las autoridades en contra del interés general. Sin un buen gobierno de la tecnología la transición individual de cada organización será una pesadilla y la colectiva (la que permite el mercado único) una utopía.
Mis reflexiones personales.
Sigo sin ver una movilización generalizada del tamaño suficiente que permita pensar que esta vez va en serio. Esta transición tiene dos caras: la de cada organización (administración y empresa) y la del conjunto de las instituciones. Como comenta el Sr. Garicano en su libro “El dilema de España “; el progreso real (no el de las complacencias oficiales) depende de las instituciones y del capital humano. Las instituciones europeas y nacionales, dejan mucho que desear, en cuanto a coordinación y esfuerzo en liderazgo y dirección. Y la formación de capital humano ha tenido tiempos mejores, o por decirlo de una forma más ajustada: no está a la altura de los tiempos que estamos viviendo.
Tengo el presentimiento de que podemos estar ante la encrucijada de realizar una auténtica transición al formato electrónico con coordinación y utilizando de forma conveniente todos los recursos a nuestro alcance, o podemos, una vez más, ver como nuestras instituciones se mueven en favor de sus intereses particulares y olvidan el interés general y como los individuos nos dedicamos a exponer quejas inútiles y no a aunar esfuerzos. Vamos a ver si esta vez conseguimos irnos por la ruta acertada y no buscamos atajos.
En cualquier caso, y como no puede ser de otra manera, desde este blog trataré de seguir comentando y difundiendo el conocimiento que considere más útil para pasar a la acción y conseguir el objetivo que la sociedad (el interés general) persigue de la contratación pública: la palanca productiva y de competitividad que permita diseñar y generar políticas públicas que aprovechen el gasto del 20 % del PIB europeo en favor de la inclusión social, el medio ambiente, la innovación y el apoyo a las pymes. Si eso es lo que hemos decidido no dejemos de hacerlo por ignorancia o desidia. Porque poder, lo que se dice poder, podemos.