El proyecto de ley de contratos del sector público se ha remitido al Senado. Y con las modificaciones que se hagan en él, si se hace alguna, volverá al Congreso para su aprobación definitiva.
Pero la ley es un medio, una herramienta que nos permite que la función de contratar (adquirir bienes y servicios por parte del sector público necesarios para realizar su misión) se realice armónicamente y con garantías jurídicas.
Pero ¿cuál es el resultado objetivo del servicio de contratación? ¿Que valor se obtiene de este servicio que utiliza el 20 % del PIB, y que afecta a la calidad y rendimiento de todo lo que hace el sector público?
Más allá de la primera impresión que aparece en los medios de comunicación que nos bombardean con la corrupción, la malversación y el despilfarro, hay un valor inherente y cierto, aunque no siempre bien percibido: los servicios funcionan.
Pero no deberíamos quedarnos ahí. La complacencia no ha traído nunca nada bueno. Creo que las preguntas adecuadas serían: ¿el resultado que la sociedad obtiene del servicio de contratación le aporta el máximo valor posible? ¿Pueden mejorarse los resultados obtenidos? ¿Cómo?
Dijo Peter Drucker que: “no hay nada menos efectivo que hacer eficientemente lo que no debería de haber sido hecho en absoluto”. Y parafraseando a este guru de la gestión podríamos llegar a decir que “no hay peor compra que comprar de forma eficiente aquello que no debería de haber sido comprado en absoluto”. ¿De quién, cómo y cuándo es la decisión de la compra?
El resultado de la contratación, y el valor que aporta a la sociedad es algo que aún no somos capaces de medir de forma fiable, y deberíamos. No tenemos forma clara y científica de identificar el valor de la contratación: la relación entre el resultado y el coste. Y sin referencias objetivas no es posible mejorar. Sabemos lo que nos gastamos todos los años: capítulo 2 y capítulo 6 del presupuesto y un porcentaje no pequeño del capítulo 1. Pero ¿podemos medir objetivamente el resultado obtenido? ¿Podríamos mejorarlo? ¿Con más subastas, con más innovación, con ….? ¿Con qué?
A partir de las reflexiones y preguntas expuesta en los párrafos anteriores creo que se pueden determinar, en mi opinión, los grandes desafíos de la contratación a la hora de determinar su valor a través de los resultados que entrega:
- Hay que hacer la digitalización: trasparencia, concurrencia…. En mi opinión esto pasa por la digitalización del servicio (procesos) y sus relaciones (mercado) a través del compromiso de los agentes que intervienen en el servicio de contratación. Contratación electrónica. Los datos nos traerán costes y resultados.
- Hay que vincular algunos gastos con la participación ciudadana (más allá del “recurso al pataleo o la revuelta”: El Gamonal) Contratación sostenible. La trasparencia nos permitirá decidir de manera informada, en función del bien común. El bien común (el de los más) representa siempre el mal de algunos (los menos).
- Hay que repensar el modelo de gestión de la contratación pública y ver si hay opciones para alcanzar mejores resultados: conseguir que los servicios de contratación entreguen más valor a los departamentos del sector público para que todos los servicios ofrezcan a su vez más valor a los ciudadanos y empresas a cambio de los impuestos. Contratación estratégica. La analítica basada en datos (inteligencia artificial) nos permitirá mejorar los resultados.
La digitalización: Contratación electrónica
Este cambio es muy grande y requiere una estrategia (artículo 334 de la nueva ley): recursos, procesos, valores. Esta estrategia debe coordinar los tres niveles que requieren cambios: a nivel institucional, a nivel organizativo y a nivel individual. Pero la estrategia no solo se diseña y define también hay que ejecutarla, y eso es harina de otro costal. Y sobre todo el cambio tiene que ser asumido y gestionado por cada institución, organismo e individuo. No se hace solo.
La participación ciudadana: Contratación sostenible
El bien común es un concepto mal entendido por la sociedad actual que identifica propiedad privada o propiedad pública pero que no termina de entender el beneficio de lo común. Más allá de la tragedia de los comunes, ha habido fórmulas que a lo largo de la historia han permitido que algunos bienes (de titularidad pública o privada) hayan sido disfrutados de forma comunal. Sin tragedias y sin pérdida de valor. En la sociedad del coste marginal cero, hay bienes y servicios que pueden ser utilizados de forma comunal y pueden ser gestionados de forma pública o privada.
La transformación del servicio: Contratación estratégica.
El servicio de la contratación mueve una cantidad ingente de recursos, que son utilizados a su vez para una cantidad ingente de necesidades comunales: justicia, seguridad, sanidad, educación, defensa, …. Y todos los elementos que articulan y vertebran las sociedades modernas: en las que pueden florecer y medrar empresas que basadas en el mérito y la competencia (más o menos) pueden proporcionar mayor riqueza y bienestar a los ciudadanos que componen la sociedad.
En las próximas entradas iré desgranando algunas reflexiones alrededor de lo que yo creo que sería conveniente hacer en estas tres grandes áreas de actuación en contratación pública: electrónica, sostenible y estratégica.
Y por supuesto, como siempre, estaría encantado de recibir los comentarios, dudas o críticas de cualquier lector interesado.
Hola Manuel, buenos días. A mi me suena bien lo del Comité de Cooperación y lo de la estrategia nacional de contratación pública. Creo que la ley ha puesto unos cimientos (discutibles) para construir la contratación públcia electrónica a nivel nacional. Uno de esos pilares es el organizativo e institucional que se remite a un documento vinculante con una duración de cuatro años. La estrategia nacional.
A mi me parece un acierto.
El 29 de septiembre de 2015 un tal Manual Caño se preguntaba por el plan nacional de implantación de la contratación públcia electrónica. https://www.contratacion-publica-electronica.es/el-plan-nacional-de-implantacion-de-la-contratacion-publica-electronica/
Jaime Domínguez Macaya-Laurnaga siempre habla de que el gobierno Vasco diseño una estrategia y planificó la implantación de la contratación pública electrónica.
Parece que en la nueva ley se contempla ese documento estratégico que planifique, a cuatro años y con carácter vinculante, la implantación generaliza de la contratación públcia electrónica.
Esteremos atentos.
Buena mañana.
Buenos Días Guillermo,
La Estrategia para la transición a la contratación pública electrónica y el Comité de cooperación son un acierto que, a mi personalmente, me producen mucha alegría. La contratación pública necesita muchas manos, muchos corazones, y muchas voluntades. La contratación púbica debería de ser el servicio más cuidado y mejor servido por todos de cualquier administración: porque cuida lo común, la casa de todos. Y el hecho de que la ley contemple esta necesidad nos dice que estamos en el buen camino.
Pero, como todos sabemos, esto no es suficiente. Las estrategias hay que ejecutarlas. Si no, todo quedará en papel mojado. Y para ejecutarlas hay que contar con las personas. Y tengo mis dudas de que sepamos hacer bien esto de contar con las personas.
Respecto de la cooperación, los tiempos que corren no auguran nada bueno. Quizás sea el momento de redoblar los esfuerzos en eso de la cooperación, y exigir a las instituciones nacionales y europeas que se impliquen en el cumplimiento de la ley. Y que fomenten la interoperabilidad de las soluciones técnicas y la interoperabilidad legal y política (y no son buenos tiempos para la lírica).
En la próxima entrada, trataré de exponer mi visión de que valores y principios hay que tener en mente a la hora de realizar la transición al formato electrónico, los problemas de la gestión del cambio que surgen y como afrontarlos, y como fomentar el sentido de la urgencia entre las personas que tienen que llevarlo a cabo esta transición.
Seguimos.
Gracias por tus comentarios.
Un abrazo, Manuel