Una de las primeras actividades, quizás la más importante, antes de generar una respuesta a un problema – la solución -, es definir el problema. Comentaba Albert Einstein que si le dieran 20 horas para solucionar un problema, dedicaría 19 horas a su definición y 1 hora a su resolución.
En la transición a la contratación pública electrónica, como en cualquier otro problema, hay que definir claramente el ámbito y el alcance del problema así como todas sus facetas. El espacio del problema. Por el momento hemos ido acotando partes específicas del mismo pero no hemos generado una visión completa del espacio que ocupa el problema. Esto hace, en mi opinión, que las soluciones aportadas sean parciales y que en algunos casos, la mayoría, estas soluciones se conviertan en un problema añadido, porque no solucionan la totalidad sino solo algunas partes, lo que implica nuevas interfaces para integrar soluciones que no encajan de forma total en el espacio de la solución.
Estas soluciones han tenido en los últimos años distintas aproximaciones, a través de definiciones parciales:
– Empezamos con una aproximación jurídica, que aparentemente era más que una definición de un problema la búsqueda de tratar de resolver de igual forma un problema con distintos formatos de características claramente diferentes.
– Después llegaron las soluciones parciales: licitación o contratación. Licitación era la relación con el mercado y contratación era la parte interna de la administración. Ambas son parte integral del problema pero sin embargo se tratan por separado en muchas soluciones.
– Se añadió el problema de las arquitecturas generales de cada administración con la visión generalista de la relación administración ciudadano (relación de sumisión-obligación) para tratar de encajar la relación administración – proveedor (relación mucho más libre de negocio), tratando de que las tecnologías de cada administración no se vean alteradas en su objetivo prioritario de uniformidad por un objetivo que aparentemente para los departamentos de tecnologías pudiera ser mucho más secundario de eficiencia y resultados.
– El problema parcial de las integraciones se ha desarrollado con cierta profusión, y hemos querido integrar todo con todo, sistemas que no fueron pensados para integrarse. Materializando de esta forma en el servicio de contratación, el paradigma del “botón único y universal”, que pulsándolo, todas las aplicaciones se hablan con todas las aplicaciones y todo es automático y fluye.
– Después han venido los estándares y la interoperabilidad para poner de manifiesto que los sistemas de información requieren lenguajes y medios de comunicación comunes que no generen fronteras segmentando los mercados de contratación pública. En este punto es donde hay que trabajar mucho, porque es posiblemente la piedra angular en la definición del problema de la transición al formato electrónico de la contratación pública.
– Ahora parece que el problema está en unir todos estos problemas y que además, claro los sistemas sigan teniendo rendimiento y sean conformes a las leyes a las que deben dar soporte.
– Próximamente empezaremos a ver que nuestros vecinos han empezado a utilizar redes de contratación pública y trataremos de mover todas nuestras soluciones para que encajen con las arquitecturas propuestas.
– Finalizaremos con el planteamiento de que la perspectiva del problema era a todas luces inadecuada, porque no era un problema de la administración. La contratación pública en más un problema social (la quinta parte de la economía) liderada y dirigida por la administración (para lo bueno y para lo malo).
Estas definiciones parciales, nos demuestran que estamos ante un problema complejo, cuya definición clara y concisa de todas sus facetas debe ser una prioridad y que los cambios deben ser parciales pero con una visión global que permita secuenciar en el tiempo todas las actividades que hay que realizar.
Pues bien, tener definido el problema, con las nuevas necesidades y las actuales que hay que satisfacer, los objetivos y resultados que queremos obtener, identificados los agentes que intervienen, y mostrar los intereses de cada uno de estos agentes, de forma clara (lo más clara que se pueda) es la primera actividad que hay que realizar.
Estamos asistiendo en Europa a los esfuerzos por mantener y enmendar e integrar soluciones parciales a problemas mal definidos. En la transición a la contratación pública electrónica sería conveniente que el problema estuviera bien definido. Yo al menos sigo considerando que es un problema social, de competitividad y productividad. Los problemas sociales representan retos adaptativos con muchas variables, en contra de los problemas de ingeniería que representan problemas con menos variables y normalmente con valores más acotados.
En este sentido los problemas que se encuadran en retos adaptativos hay que manejarlos con datos y con valores. Los datos son fríos y persistentes. Necesarios para demostrar entre otras cosas que conseguimos o no los objetivos, pero los valores son elementos que impulsan las emociones y hacen moverse a los agentes en una determinada dirección. Y esto es tan necesario o más que los datos.
La transición a la contratación pública electrónica no es un problema técnico (aunque su solución está habilitada por la tecnología, siempre que esta tecnología este bien utilizada a través de un buen Gobierno, con su estrategia, implantación, operaciones y seguridad ). Tampoco es un problema jurídico, y por supuesto no es un problema administrativo. Lo dirige la administración. Pero su resultado, el beneficio , es de todos como sociedad. Recuerden aquello de que no hay empresas de éxito en sociedades fracasadas.
Para definir el problema hay que tener, en mi opinión, en cuenta las siguientes dimensiones entre otras:
– Necesidades a satisfacer
– Formas posibles de satisfacerlas, estrategias.
– Objetivos a conseguir y sus métricas.
– Propósito, por qué y para qué
– Agentes y sus intereses
– Ámbito y Alcance
– Partes del problema y sus interrelaciones
– Áreas de especialización: Jurídica, Técnica, Gestión del cambio, Evolución
– Visión general de la solución
– Valor aportado y la planificación de cómo se va conseguir dicho valor en el tiempo.
A lo mejor ahora se ve como más complicado definir el problema que aportar la solución. Pero es que a lo mejor el problema si no está bien definido la solución no satisface las necesidades y estamos tirando el tiempo y el dinero.
Una puntualización importante es que una vez definido el problema las soluciones no tienen que ser realizadas de forma monolítica con un todo o nada, sino que se pueden planificar y acometer de forma parcial, porque ya tendrán una referencia del espacio específico que ocupan dentro del problema y cómo y cuándo se engarzan con el resto de las soluciones parciales para conformar la solución completa.
¿Vosotros añadiríais más dimensiones a la definición del problema de la transición a la contratación pública electrónica?
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