La transición a la contratación pública electrónica.

Hay una clara tendencia en nuestras sociedades a digitalizar todo aquello que nos permita tener una adecuada información y conocimiento  para asegurarnos que nuestras acciones tienen un mejor rendimiento.

Hemos digitalizado todo lo que nos proporciona la necesaria información (datos en un contexto) para desarrollar nuestras actividades. Digitalizamos nuestras relaciones a través de las redes sociales. Digitalizamos ya hace mucho tiempo nuestro dinero, que hoy es un apunte en una base de datos. Digitalizamos nuestro ocio: música, cine, lectura, juegos…, Digitalizamos nuestra salud. Digitalizamos la educación y la formación. Digitalizamos la administración de nuestras empresas y el comercio entre ellas y entre las empresas y los individuos.

La digitalización es un proceso imparable, que en función de las variables de resistencia al cambio, comunicación, mimetismo, beneficios o presencia de pioneros, entre otras,  cuesta más o menos en cada uno de los sectores en lo que está digitalización se instaura.

Esta transición, la digitalización, siempre es un proceso que implica una trasformación. Cambios. No hay nada más difícil que mi propio cambio. Apelo y provoco siempre al cambio en los demás, pero me resisto a cambiar mis usos y costumbres.

Cuando esta trasformación sólo implica la voluntad individual, la variable más fuerte que influye en la velocidad de la transición es el mimetismo y las modas. Cuando la transición tiene que ver con las organizaciones, normalmente es el beneficio el principal motor de la transición al fenómeno de la digitalización.

Cuando es una organización pública  (administración) y la trasformación (formato electrónico de la contratación pública) no tiene un beneficio directo que redunde o afecte directamente a los fines y supervivencia de la organización, y a las personas que realizan el esfuerzo trasformador, la resistencia al cambio es considerable, y es mucho más difícil trasformar esa resistencia en compromiso a través de la motivación (faltan motivos y emociones).

Pero aún así, también en la contratación pública la digitalización (el formato electrónico) avanza. En este entorno, y teniendo en cuenta que el principal beneficiado de la transición a la contratación pública electrónica es la sociedad en su conjunto, lo que es muy claro es que esta transición conlleva mucho más esfuerzo que el que pudiera entenderse de implementar una aplicación informática en el ámbito de un departamento cualquiera de cualquier administración pública.

El proceso de transición a la contratación pública electrónica y las trasformaciones asociadas a esta transición son de un calado y dificultad importantes y deben de ser gobernadas y gestionadas acorde con dicha importancia y dificultad.  No hay que sobreestimar ni infravalorar esta transición, y sobre todo hay que ser capaces de monitorizar los avances,  las inversiones y los beneficios para que no se produzcan esfuerzos baldíos y perdidas de recursos (tiempo, esfuerzo y dinero) de forma inútil.

Po tanto lo que si creo que está claro es que la digitalización de la contratación pública será un hecho. Que el formato electrónico será el que se utilice de forma generalizada. Las sociedades  que más tarde lo hagan tendrán retrasos y serán menos competitivas. No hay que olvidar que la competitividad y la productividad siguen siendo las piezas clave en un mundo cada vez más globalizado y en sociedades con un envejecimiento de la población, que requieren más resultado con menos esfuerzo (conocimiento e innovación).

En resumen la transición a la contratación pública electrónica:

–          Es una tendencia imparable. Todos los sectores han digitalizado, por convicción,  la información que necesitan para su actividad

–          Es una necesidad perentoria. Si la empezamos pronto tendremos ventajas competitivas como sociedad, si la hacemos tarde, tendremos retrasos que luego será muy difícil soslayar.

–          No se trata SOLO de implantar tecnología, la trasformación afecta a los procesos, las personas y las estructuras y los cambios deben ser coordinados y equilibrados entre todos estos elementos.

–          Hay que liderar la transición, realizando y dirigiendo los cambios con cabeza y corazón, porque los beneficios no los disfrutan directamente los que tienen que hacer el esfuerzo inicial de la trasformación.

La mejor transición es la que es capaz (responsabilidad) de hacer trasformaciones en la dirección adecuada (estrategia) con los recursos disponibles y monitorizando los resultados.

¿Consideráis que como sociedad estamos dando los pasos adecuados al ritmo adecuado en esto de la transición a la contratación pública electrónica, de la misma forma en que, por ejemplo,  el sistema bancario realizo completamente la  digitalización de su actividad  años atrás? ¿Y si no es así que elementos (gobierno, gestión, recursos..) consideráis que nos faltan para poder llevara a cabo esta transición?

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