Hay una tendencia inconsciente a realizar sesgos de autoafirmación sobre toda la información que recibimos y como la clasificamos internamente en función de cómo se alinea o no con nuestros objetivos. Cuando leo la propuesta de la Comisión Europea para modernizar el servicio de contratación pública, tiendo a ver en todas las “modificaciones” un llamamiento a la transición a la contratación pública electrónica. Presumo que mi inconsciente me engaña, una vez más.
Esta transición a la contratación pública electrónica es cosa distinta de las técnicas o herramientas puramente electrónicas que la propia propuesta detalla. No es el mismo concepto. No se trata de utilizar determinadas técnicas (subasta electrónica, sistemas dinámicos, … ) se trata de digitalizar completamente el servicio de contratación.
El sesgo de autoafirmación en este caso, está algo más justificado porque hubo un Libro Verde de generalización del recurso a la contratación pública electrónica, que se publico antes que el libro verde de modernización de la contratación pública como si la propia Comisión Europea quisiera reconocer que el único camino, la mejor estrategia, para alcanzar los objetivos que se han expuesto e identificado detalladamente, sólo fueran posibles a través del formato electrónico.
Yo creo que los resultados que se buscan sólo son posibles a través del formato electrónico, pero soy consciente que no todas las administraciones tienen el grado de madurez necesario como para realizar esta transición de forma ordenada para conseguir los citados resultados.
Y entonces me surge la duda que se plasma en la siguiente pregunta ¿cuál es el grado de madurez que se precisa para realizar la transición a la contratación pública electrónica? Y una pregunta aún más acuciante: Si los beneficios son tan grandes ¿Por qué no se hace obligatoria la transición a la contratación pública electrónica?
No es fácil. No es inmediato. No está exento de controversias y barreras. Pero la sociedad que utiliza el servicio de contratación pública no entenderá en los tiempos actuales, que si sectores como la banca, el comercio, el ocio, las empresas, las relaciones personales…. se han digitalizado, no lo pueda hacer el servicio de contratación pública que representa una quinta parte de nuestra economía, y a través del cual, como dicen los expertos se pueden conseguir resultados que la propia sociedad está buscando desesperadamente, y que hemos comentado a partir de este documento el Reino Unido: “una estrategia para la reducción del déficit, la provisión de bienes y servicios de forma eficiente y el crecimiento económico …. “
Esta claro, y sin embargo en el resumen de la guía que ha publicado recientemente INTECO sobre la contratación pública electrónica, (la guia podéis descargarla en este enlace) se puede ver esta imagen, en la que no estamos bien posicionados en este asunto, y no le veo sentido, ni justificación.
Creo que España es uno de los países con un nivel de madurez suficiente para acometer la transición a la contratación pública electrónica. Y creo que necesita hacerlo de forma ordenada y coordinada porque como sociedad lo necesitamos. “No podemos esperar a que termine la tormenta, debemos aprender a trabajar bajo la lluvia” (Pete Silas)
Pero no quiero terminar la entrada sin hacer los comentarios acerca de la valoración del impacto que la propia Comisión ha realizado sobre esta propuesta legislativa y cuyo texto y resumen podéis encontrar aquí, siempre en relación a la utilización (sólo) del formato electrónico en la contratación pública.
Los problemas sobre los que se hace la valoración del impacto y sobre los que yo reflexiono en relación al formato electrónico son los siguientes:
- Organización administrativa: esta claro que el formato electrónico tendrá un impacto mucho mayor en la propia organización interna de la contratación, porque permite eliminar tareas improductivas y burocráticas, fomentando la profesionalización de los empleados públicos y trasformar la contratación pública desde una función netamente administrativa a una función económica.
- Alcance: En este aspecto el formato electrónico solo aporta claridad, orden e inmediatez a la hora de analizar los datos estadísticos y comprobar el uso real sobre el alcance de la contratación pública propuesto por la Comisión
- Procedimientos: El formato electrónico es un aliado de la normalización y armonización de los criterios utilizados en los procedimientos. Permite, siempre que se guarde un equilibrio lógico entre el formato electrónico y la automatización, alcanzar un grado de eficiencia mucho mayor que el formato papel en la gestión de expedientes de contratación, sobre todo en organismos de tamaño medio y grandes, donde la coordinación de los agentes que intervienen puede ser mas problemática y difícil de mejorar por medios tradicionales.
- Estrategia de contratación. En este aspecto el formato electrónico ofrece una ventajas indiscutibles ya que permite en primera instancia los famosos cuadros de mando de la contratación, con monitorización de resultados a través de datos en las cuatro dimensiones:
- Desarrollo y Aprendizaje (profesionalización)
- Interna del Servicio (procedimientos).
- De los clientes (administración y proveedores).
- Financiera (presupuestos)
permiten no solo conocer el resultado de nuestras estrategias sino modificarlas y que toda la organización entienda y asuma el cambio de estrategia a través de las métricas e indicadores que la nueva estrategia propone.
- Acceso de los proveedores a la contratación. Este es el punto donde el formato electrónico brilla en todo su esplendor. Es el único medio para conseguir una concurrencia casi perfecta y generar un mercado único paneuropeo de contratación pública accesible y asequible a todos los interesados.
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