
La semana pasada, en un seminario de ISACA donde di una charla sobre los estándares e interoperabilidad en la contratación pública electrónica, introduje (lo hago a menudo) una trasparencia sobre el cambio. En esta transparencia me apoyo en el libro de John P. Kotter «A sense of urgency». La transparencia tiene los siguientes mensajes que se han sacado del libro :
•Manifiesto sobre la necesidad del cambio en las organizaciones, en las naciones y en las personas, para sobrevivir y para afrontar los retos actuales.
• El gran problema de todo tipo de organizaciones es la complacencia
• Los complacientes admiten que hay desafíos difíciles, pero siempre son un asunto del departamento de al lado. Piensan que saben lo que hay que hacer y lo hacen. Pero en un mundo tan cambiante como el nuestro, dice Kotter, la autosatisfacción con el “status quo” puede crear el desastre.
• Muchos directivos, creen que han encontrado la solución a este problema cuando ven mucha actividad, cuando la gente va corriendo de reunión en reunión, cuando se preparan muchos Powerpoints, cuando las agendas están llenas a rebosar. Pero a menudo esta agitación no conduce a nada, sólo es presión que crea ansiedad y ansiedad que crea presión. Esta falsa urgencia puede ser incluso más destructiva que la pasividad.
• la alternativa a la complacencia, es un verdadero sentido de la urgencia, (que no consiste en una interminable lista de deberes, ni en un subidón de adrenalina que no puede mantenerse más que un rato); es la concentración en unas pocas estrategias críticas, es una profunda determinación para conseguir el éxito, es la voluntad firme de conseguir algo importante cada día, sin dejarlo nunca para más adelante.
Uno de los asistentes, me hizo un comentario sobre los continuos cambios, a menudo sobre cambios previos y sin tiempo de madurez ni de asimilación. Un ejemplo de ello son los cambios continuos en la legislación sobre contratación pública (sin el tiempo necesario para asimilar por parte de los agentes estos cambios), y los cambios que requiere la ley 11/2007 de administración electrónica. Estando de acuerdo con su percepción me esforcé (supongo que con más voluntad que acierto) en hacerle comprender que muchas veces los cambios que hacemos son actividad frenética carente de sentido, tal y como apunta el Sr. Kotter. Claro, la cuestión aquí es saber que cambios son los adecuados y qué cambios son superfluos o contraproducentes. Y como sucede en los barcos, cuando el motor gira a más revoluciones de las adecuadas, se produce un vacío y se pierde capacidad de avance. Del mismo modo la actividad frenética no siempre implica el cambio, o mejor dicho el objetivo que el cambio propone, algunas veces nos faltan los parámetros, las coordenadas, el destino al que queremos llegar.
En cualquier caso, es un mensaje que creo que es bueno repetir de vez en cuando, porque no es fácil asumir el propio cambio, siempre alentamos el cambio en los demás pero esquivamos el propio.