En una reciente entrada en el blog de Javier Megias nos habla de la nueva tendencia: la innovación frugal.
Es una tendencia que se complementa de forma coherente, a mi modo de ver, con el concepto que quiero desarrollar alrededor de la implantación ágil para la transición a la contratación pública electrónica.
El concepto de innovación frugal se aplicaría a los productos que vamos a utilizar en la transición a la contratación pública electrónica y básicamente consiste en tratar de utilizar productos con funciones que permitan el formato electrónico en todas las fases del proceso de contratación sin añadir ningún elemento accesorio o innecesario.
Como dijo Antoine de Saint Exupery “La perfección no se consigue cuando ya no se puede añadir nada más, sino cuando ya no se puede quitar nada más”.
En relación a la implantación ágil, el concepto es tratar de dar pasos cortos, rápidos y seguros. Analizando detrás de cada paso cual es la mejor ruta para alcanzar los objetivos propuestos. En contraposición a la formar clásica de planificación donde colocamos actividades que se suceden unas a otras sin contemplar los resultados. Este tipo de planificación es buena cuando estamos ante problemas repetitivos y predictivos (sabemos el resultado y la forma de conseguirlo). Sin embargo en la transición a la contratación pública electrónica, podemos intuir el resultado (otros lo han conseguido) pero no conocemos la forma precisa de reproducirlo. No hay una secuencia predictiva y por tanto no se pueden planificar todas las fases de forma exacta. Sólo la siguiente, a partir de la experiencia y el resultado de la anterior.
Desde mi punto de vista estos dos principios
- innovación frugal
- implantación ágil
Deberían de ser tenidos en cuenta a la hora de decidir sobre los productos y servicios iniciales que vamos a aplicar para iniciar el proceso de la transición a la contratación pública electrónica. Sobre todo en organizaciones con un presupuesto y plazos ajustados.
Todo ello, sin olvidar que antes es necesario, definir los objetivos de la organización, diseñar una estrategia general de la transición, y delimitar una serie de planes y proyectos que nos permitan como organización prepararnos para una trasformación de tal calado.
Con los objetivos, estrategia, planes y proyectos en mente y bien comunicados a toda la organización, podemos establecer una estrategia de las tecnologías de la información necesarias que vamos a aplicar para capacitar al resto de los elementos de la organización. Y es ahí donde deberíamos de aplicar productos y servicios simples. Tan simples como podamos. Casi perfectos.
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